Trato de ser optimista pero a veces el peso de lo que uno es simplemente abruma. Esta semana noté que mi corona se ve inusualmente calva. Creo que ya llegué a esa etapa en la vida en que uno simplemente tiene que resignarse a ser calvo. Es todo una joda especialmente cuando estás ingresando al ambiente gay en Cochabamba donde sólo los jóvenes flaquitos y bonitos pueden ligar. Los hombres en mi situación tenemos que tener bastante dinero (que yo no tengo) o ser ultra pintudos, así como mi ídolo Gareth Thomas, para poder ligar pija joven. Otra opción es ir a la Plazuela de San Sebastián los fines de semana y agarrar lo que haya ahí entre los tipos que están caminando a eso de media noche. Muchos son de provincia, como Punata y Quillacollo. Huelen mal pero nada que me mate. Mis dientes me están doliendo. Están demasiado separados y mi dentista dice que tengo algo malo con las encías.
Odio mi vida.
Odio mi vida.
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